viernes, 22 de abril de 2011

La sierra de Hoyo: cuna de piernas gordas.

 
                                                     Cascada del Covacho

En la sierra de Madrid existe un rincón de particular belleza, situado en la Cuenca ALta del Manzanares y precediendo la sierra de Guadarrama, llamado Sierra de Hoyo de Manzanares. Monte bajo y terreno calizo son sus características principales. Para la visión de un biker es un auténtico paraíso de singletracks llenos de "toboganes" que hace que los riders locales tengan una curiosa peculiaridad: unas piernas extrañamente anchas, de cuádriceps desproporcionados, formados por la explosividad que tanto "sube y baja" requiere. Pero los riders locales no sólo son míticos por su explosividad y resistencia a prueba de bombas: son también auténticas ratas de trialera, con la capacidad de adaptarse a terrenos hostiles plagados de piedras, escalones, raíces y pasos estrechos. Sin duda, rodar por la Sierra de Hoyo con conocimiento de los senderos, siempre es un placer.

                                                     Subida a la Peña del Águila

Conozco esta sierra desde niño, de hecho me he criado rodando por sus singletracks y atacando sus trialeras de alto nivel técnico. La conozco bien, pero no lo suficiente: desde hace tiempo tenía el reto de enlazar dos de los puntos más elevados de esta formación montañosa: la Peña del Águila con el sendero del Mirador , justo debajo de la silla del Diablo. Ayer en una ruta con Pablo y Alfonso, decidimos investigar ese sendero, donde la leyenda dice que existe una de las trialeras más técnicas de la sierra madrileña. Dicho y hecho, coronamos la Peña del Águila sumergidos en una niebla que a duras penas nos hacía distinguir el sendero. Comenzamos a rodar por un singletrack con muy buena pinta y que por orientación, sabíamos que debía ser el que nos llevara a la famosa trialera y al final, al sendero del mirador. Así es: comenzamos a bajar por sendero rápido y enseguida nos vimos metidos en una senda tremendamente estrecha, repleta de piedras enormes y raíces que apenas dejaban atisbar la trazada. Tras los correspondientes reconocimientos a pie, fuimos bajando fluidamente por todos los pasos técnicos, para llegar al sendero del mirador, como estaba previsto.





En definitiva, un bucle más que hemos cerrado en esta curiosa y espectacular sierra, donde la leyenda dice que los bikers locales cuentan con piernas mutantes, vista de lince y la agilidad de una jineta serrana para afrontar trialeras...

3 comentarios:

  1. Más que piernas yo diría que hay que tener gordas otras cosas para bajar por ahí...

    Las ruedas, mal pensaos....

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  2. Que envidia cochina.....que fotos más chulas, que gran documento.....¿cuando es la próxima?

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